
Traducir las etiquetas alimentarias requiere competencias lingüísticas y legales. Una traducción incorrecta puede, de hecho, dañar la salud del consumidor y ser causa de sanciones para la empresa que produce y comercializa el producto alimenticio.

El brand naming debe ser fruto de la creatividad, estrategia y análisis de las diferencias culturales y lingüísticas de los mercados de destino.

Por nuestros escritorios circulan documentos legales y actos jurídicos más a menudo de lo que pensamos y, cuando se trabaja en mercados extranjeros, puede que necesitemos adentrarnos en el mundo de las traducciones jurídicas, un territorio en el que no es nada fácil orientarse.

La documentación técnica debe ser clara y exhaustiva, estar disponible en el idioma del usuario y cumplir con los procedimientos específicos de los países a los que se desea exportar. Por esta razón es necesario trabajar en equipo para integrar los conocimientos del comunicador técnico con los del traductor.